Bésame por si acaso

Sábado. 18h45. Todas las tiendas de alcohol de la ciudad cerradas y yo con invitados en casa y ni una mala birra que echarnos al buche. Veo una silhueta inconfundible, su gorro, sus gafas, sus andares: - Toma las llaves de mi casa y coge las cervezas que haya, a esas horas no vas a encontrar alcohol en ninguna otra parte. - Vale, pero sólo si me dejas devolvértelas, me salvas la vida! - Ouai, ouai, a teeeeeeeeelmo !! Hassan espera en casa con los ingredientes preparados para cocinar un tagine. Arafat llega del trabajo, me besa, sonríe. Mónica trae los pasteles y a un amigo. Cenamos (todo buenísimo). Said llega tarde: desde que se ha ido María vive sin vivir en sí, menos mal que regresa mañana. Cristina, Rachid. Un whisky seco, unas canciones y unos cuantos cigarrillos después. Tú y yo.

18h30. Hogar de Nadi Shorta. Un té a la menta, unos pastelitos de La Comedie, varios marlboros light. Llueve sin descanso desde hace cuatro días sobre Rabat. La Mónica, la Houri y yo. Hablamos, reimos, compartimos nuestros pensamientos y nuestras vidas. Yo también lo hago aquí, ahora. Por momentos como ese sigo aquí.