(La) Baraka

Hoy se acaba oficialmente mi periodo de "joven cooperante".

Ha sido un día bastante surrealista, que ha comenzado a las 5:00 am con mi compañera de piso diciendo, en medio del pasillo y con el agua por los tobillos: "chicas, nos hemos inundado". Luego, la clásica mudanza, idas y venidas, los nervios, las despedidas.

Ahora, por fin, de noche, el descanso del guerrero en la terracita de Oscar, desde donde escribo esto, observando la ciudad y sintiendo un poco de melancolía al pensar en todo lo vivido en los últimos ocho meses. He sido muy feliz y un poco perra, me he enamorado y desenamorado; me han hecho sufrir, he llorado; me he ilusionado y desilusionado en grado superlativo; se han cruzado en mi camino gentes de todo pelaje que me han enseñado, me han mimado, me han juzgado -a veces- y me han intentado comprender otras: algunas lo han conseguido.

Rabat me ha cautivado y me ha asfixiado, tan intenso o tan desganado todo aquí.

Mañana empiezo de nuevo. Otra vida, otras inquietudes, otras caras, otros curros, pero la mochila un poco más cargada y el corazón blandito.

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