Mon Michel à moi
Mi amigo Michel de A à Z escribe
cuentos para niños tontos y adultos listos, y de vez en cuando también escribe
alguno para adultos tontos.
Mi amigo Michel debería haber
estudiado veterinaria o relojería aunque al final se acabó haciendo uno lío con
los unos y los ceros y ahí se quedó para no complicarse la vida. Salvo por esos
números creo que los demás no los maneja tan bien porque no sabe contar más de
cien: empieza por 101, 102, 103 pero de repente dice 99! Y yo ya no sé qué
orden está siguiendo, seguro que es uno que él entiende. A veces sus
combinaciones, también las de palabras, me recuerdan las historias sobre la
soledad de los números primos.
A mi amigo Michel le gusta pescar
y, como él dice, a veces se siente como un pescador de salmones que vuelve a
casa con latas de atún de supermercado barato como único botín, y otras veces
como el salmón que no llega al lado dulce donde nació y, por desidia o vete tu
a saber qué, se dejar comer por otro animal -¡una osa!- sin llegar a su
destino. Yo no conozco muy en detalle la vida de los salmones pero estoy segura
de que si es lo que de verdad quieren si que son capaces de llegar a ese lugar
donde encontrar el amor y morir en paz. Pero quizás es porque yo, a veces, soy
una romántica.
Mi amigo Michel no entiende por
qué a la gente le dan miedo las arañas, esos pequeños seres que creemos feroces
y en realidad son trois fois rien. Yo
no le explicado nunca que a mi también me daban miedo las arañas que iban
ocupando todo el espacio con su tela y nunca sabes por dónde van a salir y
parecen desagradables y –como lo desconocido- dan miedo, a veces caminan muy
rápido y a veces muy despacio, a veces parece que no hacen nada, que se van a
evaporar solo con mirarlas y a veces son pequeñas pero contundentes. A mí ya no
me dan miedo porque ya sé que no van a hacerme nada, a veces ya ni siquiera las
mato para que vayan libres a buscarse otro hogar, pero esto lo sé desde hace
muy poco.
Mi amigo Michel, que en realidad
es un petit prince aunque él no lo sepa,
tiene una rosa de la que quiere cuidar y proteger de todas las cosas pero la
rosa no le deja porque le dice que ya tiene sus espinas para alejar a la gente
que no quiere que la toque. También tiene otras flores que creo que le parecen
bonitas pero no las conozco muy bien porque casi siempre me habla sólo de su
rosa.
Mi amigo Michel y yo nos
conocimos cuando éramos dos niños tontos y ahora que deberíamos ser adultos
listos nos damos cuenta de que… de que tenemos que seguir intentándolo.
Mi amigo Michel tiene muchas
cosas que me gustan y que me gustaría decirle pero no puedo porque a mí, como a
él, tampoco me enseñaron a hacerlo.
Comentarios