Nueve meses


A veces le das al play y la música te envuelve y te sientes como si estuvieras en casa. Y lo extraño se vuelve cálido, un escenario esperando que le demos vida, que pongamos la sonrisa, el latido, los nervios, las risas... y de repente estamos embarcados en una nueva aventura.

Hace ya nueve meses que aterricé, de nuevo, en este Senegal que me da y que me quita la vida y algunas cosas han cambiado desde entonces, otras siguen cambiando y otras muchas cambiarán…

Sigo teniendo muchas preguntas y muchas menos respuestas de las que necesito. A veces sé que hacer para decir que necesito una pista, una ayudita, y otras mis palabras se quedan justo en el cielo de mi boca sin osar derramarse al precipicio de las ondas.

En estos nueve meses, que algunas de mis amigas han utilizado para traer al mundo a bebés preciosos a los que mimaré por encima de mis posibilidades y otras están a punto de hacerlo, me he hecho fuerte y débil y fuerte otra vez… y débil otra vez.

Y aunque a veces parezca que sigo en el bucle y mi chamán me levante la ceja de vez en cuanto y mi amigo Michel siga pretendiendo describirse en los textos más herméticos que jamás nadie escribió –ni que fuera Juan Benet- lo cierto es que me siento bien porque, a pesar de todo, lo sigo intentando.

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