El año que vivimos peligrosamente
Hace la friolera de 13 años,
cuando estudiaba en la Facultad de Periodismo, nos pegamos todo un cuatrimestre
trabajando sobre una película de Peter Weir cuyo título da nombre a este post –
y que, dicho sea de paso, os recomiendo en el caso de que escojáis la opción “sofá
y mantita” para esta sobremesa de domingo-.
Por aquel entonces yo no tenía ni
idea de que acabaría dando tumbos por África ni de que en vez de dedicarme al
oficio de plumilla emplearía mi tiempo en algo mucho más complejo de explicar y
de vivir. Es difícil la manera en que lo que cada uno cree que tiene que hacer
se va abriendo paso, poco a poco, a pesar de los obstáculos que pongamos o las
zancadillas que insista en ponernos la vida.
En esta mañana de domingo pienso
en mi amigo Pepe Naranjo. Ayer informaba desde Mali de que las tropas francesas y malienses recuperaron el control de la
ciudad de Gao, en manos de grupos armados yihadistas desde el pasado mes de
abril. Y se emocionaba pensando en la alegría de sus amigos y conocidos de allí
que, aunque sea por unas horas o por unos días o por vaya usted a saber cuánto,
podrán volver a saborear la libertad. Cuando hablamos con Pepe desde Dakar le
animamos para que siga contando al mundo lo que está pasando en esa guerra
aunque, por dentro, nos queda el sinsabor y el miedo de esperar que no le pase
nada y, como dicen por aquí, “que nos vuelva lo más pronto posible y con buena
salud”.
Desde
hace unos días Mali ya no ocupa las portadas de los diarios españoles, y a
veces ya casi ni las páginas interiores si uno se descuida, pero allí sigu
Pepe para buscar y poner voz y cara a muchas de las historias que nadie cuenta
o quiere contar.
Esta
mañana quería escribir mis propósitos para este año 2013 en los que llevo ya
pensando casi un mes pero que no he logrado, aún, plasmar en un papel. Pensar
en lo que uno quiere, en lo que uno quiere de verdad… no resulta tan fácil, al
menos para mí. Por otro lado, definir líneas estratégicas y operacionalizarlas
(break it down in pieces que decía mi
anterior jefe) me recuerda demasiado a mi trabajo y no está la cosa como para
desperdiciar las pocas horas que tenemos a la semana de desconexión mental en
esas lides.
O sea
que, en vez de poner en una lista que quiero escribir y contar cosas me he
sentado y aquí me tenéis diciéndoos que no sé cuándo, ni cómo, ni en qué manera
o formato o estilo pero en este 2013 quiero dedicarme a gritar y a susurrar
cuando sea necesario, a decir las cosas que quiero decir, a no tener miedo a
hablar de más o de menos, a no hablar hasta no estar segura que mis palabras
son mejores que mi silencio, a no perder oportunidades de quedarme callada o de
cantar a voz en grito, a hablar con la mirada cuando haya que hacerlo.
Feliz
domingo!
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