Para-(no-tan)-lelos

Providencial Cortázar. En un relato inédito que El País (ese clavo ardiente al que agarrarnos) rescató la semana pasada, leo casi no nos conocíamos: en el CERN casi nadie se conoce de veras, la obligación de coexistir tantos días por semana fabrica telarañas de amistad o enemistad que cualquier viento de vacaciones o de cesantía manda al diablo[…] De pronto las diferencias siempre conocidas y negadas.

Enseguida pienso lo que me gustaría compartir este texto con mi Sardinita, hablando de la vida y de las cosas que nos pasan o no nos pasan en cualquier escenario y todos ellos me parecen perfectos, incluso aquel al borde de la piscina y de Cortázar a punto de poner un punto y aparte en nuestras vidas.

Pienso en los rizos de Cristina y en cualquier soirée familiar parisina, en Jorge leyendo sus relatos, en Osqvar y su piel, en Kevin negándose a salir a flote. En todos nosotros buscando nuestro lugar en el mundo, en nuestro mundo, y me veo otra vez en la casilla de salida aunque no me disgusta forzosamente porque sigo encontrando la energía.

Me traslado otra vez a tu jardín en aquella noche del mes de abril, las velas y las copas de vino y entiendo, a pesar de todo, cómo un día dí luz verde a aquel asunto. Supongo que debía de ocurrir así.

Que no me da la gana pasar media vida buscando esa frase que tal vez no exista.

Limitémonos, mejor, a escuchar a Johny Cash y ser felices.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Promis, craché… voici tes lignes en français

Amor en tiempos del coronavirus (I)