El factor piel

Hace unos días descubría en una revista que existe una enfermedad llamada sexomnio, un trastorno del sueño. Las personas que la padecen mantienen relaciones sexuales mientras duermen, sin despertarse, y por la mañana no recuerdan nada. Se trata de una patología poco común, aunque ahora que ha aflorado se están descubriendo más casos. Otra de las razones por la que es poco conocida es la vergüenza de la gente a explicar esta situación a su terapeuta (cuando acuden a él o ella). El contacto físico con la pareja, el estrés y la fatiga son sus causas desencadenantes, además del alcohol y las drogas.

Hace poco, El País publicaba un artículo sobre lo beneficiosas que son las caricias para el ser humano.

Meses atrás, una empresa sudafricana proponía el condón del nuevo milenio, Pronto condoms. Se parte a la mitad el envase y se pone directamente sobre el pene. Fácil y muy rápido de usar. Lo patrocina una empresa que incluye en su filosofía la lucha contra el VIH.

No sé de qué manera pero estoy segura de que estas tres situaciones están relacionadas entre sí y con la vida.

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En factor piel, creo que no se puede añadir nada a este texto de Cortazar.

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entre-abriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

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