Cerrando otro capítulo (todo pasa tan rápido...)

Con ilusión, nervios y un nudo en el estómago afronto mis últimos días en Rabat. En las últimas tres semanas todo ha dado un giro radical: he encontrado un piso muy chulo en el centro que no me ha dado tiempo ni siquiera de amueblar y me veo ya haciendo las maletas para iniciar una nueva aventura.

Algunos buenos amigos que me conocen bien me dirán que en realidad yo he sido muy feliz en todos los sitios en los que he vivido pero no sé qué tiene Marruecos que me ha atrapado la vida aquí.

Me voy feliz. Feliz de poner un punto (que seguramente no será final) en esta etapa. Feliz por toda la gente con la que me he topado y que se han convertido en mi familia. Feliz por todo lo que he aprendido, profesional y personalmente. Feliz de haber tenido el lujo de estar rodeada de melones y melonas, con los momentos dulces y también los amargos. Feliz de pasear tranquila y serena por las calles de esta ciudad que será mía para siempre. Feliz de tomar zumos de naranja y fresa, de los tés en casa de la Meri y los desayunos de sábado con rgaef y quesito en casa de los melones, de la empresa de mudanzas/agencia de viajes Verdú-Ait Bajja, de samsak lahlayak, de los tagines en la casa del pueblo, de los paseos por la playa, de los besos (besos besos besos besos besos besos)...

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